/* Esto es la redirección */ /* Finde de la redirección */ eScritos iRregulares: abril 2011

viernes, 29 de abril de 2011

Nudas.

Escribo frases
y ya no me pertenecen.

Quedan nudas,
expuestas.
Y nadie las abriga.

Yo las miro y las relamo.
Les infundo valor:
"Seguid, estad"

Y ellas consienten.

En la soledad del frio mundo inexistente,
esperando quien las acoja en un reflejo...
y las olvide.

¿Quieres una?

Ten.

Tu. Sí.

No te aprecian por lo que escribes.
No. Tampoco por como lo haces.
Tan sólo quieren a los que te leen.

No buscan tu contenido,
ni la forma en que aparece,
No. No quieren el qué,
ni el como,
tampoco pretenden el quien.

Tu equilibrio parece tan frágil
como el espejo que gira
sobre la nariz del payaso.

No te fíes,
no lo son.
Eh! tampoco yo.

Soy cuadrado rojo escrito
sobre una servilleta de papel
con lapiz de labios:

Ten cuidado,
no te fíes,
no les creas,
no lo son.
Eh! tampoco yo.

Tu. Sí.

jueves, 28 de abril de 2011

Malditos poetas

¿Que necesidad tengo
de buscar nuevas palabras,
cuando con todas las que conozco
ya se rebosa mi saco?

La única preocupación de mis acentos
era pasar desapercibidos y
sin embargo ¿ahora qué?:
cada coma, una muesca;
cada punto, una caverna.
Malditos poetas

Me haceis creer lo que no soy,
sentir lo que no siento,
me haceis ver lo que no veo y
entender lo que no entiendo.

¿Quien os creeis para variar mi rutina
con vuestras ínfulas y primores?
Yo soy vulgar, neutro, adestacable
y vosotros... ¿me traeis una hoguera?.

Sea entonces, Creo.
Me siento y me escribo.
Y mis letras son mentira
pues no lo soy, peor aún,
no puedo serlo.

Y en mi delirio me ensueño,
floto en él hasta la mañana,
caminando entre las sombras
jugando con las palabras.

Como el niño con su aro.
Como la luna con el agua.
Como el bebe con su teta.
Como tu con mi mirada.

Malditos seais poetas.

Malditos.

martes, 19 de abril de 2011

Incendio

Rezuma por los poros
verde bilis ardiente,
vómito cutáneo,
odio

Al segundo siguiente
goteras en mis ojos
Grito transparente,
agonía

Mis visceras se vuelven mínimas
y se expanden en un instante:
¿Porque tanto sufrimiento
en tanto rostro inocente?

Ira,
incendio en mi mente.
Un resorte imaginario
me invita a destruirlo todo

Me recluyo,
en madeja me convierto.
Obscuro permanezco
a la espera de la calma

Pero nada cambia,
todo sigue.
Volverá de nuevo
en cuanto reabra la verja

Ira, odio.
¿Porque tanto sufrimiento?
Un resorte imaginario
me invita a destruirlo todo

Llamas en mi mente

domingo, 17 de abril de 2011

Tu ausencia

Tu ausencia es asfixia.
Bocanadas de barro
hundiéndome en el lodazal
de mi mundo

Tu ausencia es vertigo.
Asomado a la sima
de la distancia que nos separa,
incapaz de cruzarla.

Tu ausencia es deseo.
Tea que se consume
en nuestra hoguera apagada,
avivada por el soplo de tu roce

Tu presencia, jugo, lapiz y Luna.
Vasija de la que bebo
para sentirme renacido,
grafito con el que escribo
este verso inacabado

jueves, 14 de abril de 2011

Quereres

La quiero

Dudo que - salvo algún despistado - alguien más pase de la primera frase. Los amores simples no venden. La gente simple no vendemos. Todo el mundo desea evadirse y recorrer las ignotas selvas asiáticas de la mente de otro. Pero lo que es acompañar el paseo dominical de un matrimonio urbanita, es como pretender disfrutar de una hamburgesa en la esquina cuando seguro que hay un Mcalgo a un cuarto de depósito. Vamos una estupidez. Y un mal negocio porque además te regalan los chiken chukies o algo parecido.

Pero es que yo la quiero. Y vivimos los 365 del año (salvo bisisiestos) juntos, paseando agarrados de la mano el finde y hablando. A veces esas conversaciones son intrascendentes. Es como el ruido de fondo. Pero son tan intrascendentes como imprescindibles. Porque cuando no me habla, es como si de pronto notara que deba ir a buscar mi corazón al cubo de la basura. Ya claro. Lo que notarás en falta es el estómago, dirá algun@. Que no... ¡joder! Que es otra cosa.

¿Será la convivencia?. Sí, va a ser eso, la convivencia. Ese acuerdo en el que dos seres humanos deciden asociarse para constituir una UPE (Unidad de Perduración de la Especie) mediante la cual pierden parte de sus libertades individuales y establecen un acuerdo de colaboración económica con el fin de integrarse en el sistema de tal modo que les toque la parte de los rodillos. Porque es mejor que la de los engranajes. No sé. De economía no entiendo.

Yo sólo sé que la quiero. Y que como blogero es mucho más interesante un adulto complejo de mirada incisiva que yo. Ya os lo dije, la gente simple no vende. Y hoy, simplemente la quiero. Lastima que no pueda oirlo porque está durmiendo. Francamente, estas no son horas para andar queriendo a nadie. A ver si mañana me acuerdo de decirselo.

miércoles, 13 de abril de 2011

La señal. Primera version.



Melodia nuevo año



La version definitiva. Hay que seguir trabajando en ella.

martes, 12 de abril de 2011

Amigo silencio

Sonó el despertador. En realidad el reloj ya no hacía falta pues hacía años que siempre despertaba a la misma hora. Se aseó y desayunó. Guardó las zapatillas, dobló pulcramente el pijama y lo guardó en el armario. Se vistió con el uniforme y sobre él, una cazadora deportiva de color claro. Antes de salir, apagó las luces y cerró la puerta. Despacio, giró la llave en la cerradura, tomó aire y comenzó a bajar las escaleras.


En la calle, el sol todavía no había acabado de ponerse pero corría una brisa fría que le hizo subirse la cremallera de la cazadora y entornar los ojos. Se dirigió andando a la parada del metro, bajó las escaleras y tras cruzar el torno, recorrió los pasillos hasta el andén. Siempre se encontraba más cómodo aquí. Se acercó al punto donde habitualmente coincidía una puerta de vagón y se apoyó en la pared. Cerca de él unas adolescentes de mochilas y ojos decorados se empecinaban en acabar todas sus coreografías verbales un "osea" o un "tía".

Llegó el metro y abrió sus puertas. Cuando entraba, una de las chicas que caminaba pendiente de sus amigas, tropezó con él. - "Aiiiiiis..... disculpa tío" - le dijo con voz engolada mientras sus amigas reían. - "No pasa nada" - respondío él, a la vez que ellas se alejaban hacia el fondo del vagón entre noñerías.

Se sentó. Comenzó el rápido alternar entre la ruidosa oscuridad del tunel y la blanca y silenciosa luz fluorescente de las estaciones. Una voz digital anunció su destino y bajó para dirigirse al aparcamiento donde trabajaba en el turno de noche desde hacía varios años. En cuanto su compañero lo vió entrar, cogio su chaqueta y salió de la cabina diriéndose apresuradamente hacia la salida. A medida que se marchaba comenzó a hablarle:

- Todo normal. En la 27 hay un venticuatro horas, pero dudo mucho que salga antes de las diez. Buena noche -

- Buena noche - respondió

Entró en la cabina, cerró la puerta con el pasador y se sentó. Sacó una libreta del bolsillo e hizo unas anotaciones para después guardarla en el bolsillo de su cazadora antes de colgar esta de una percha en la pared. Se acomodó ante los monitores.

A la mañana siguiente, el relevo llegó tarde como de costumbre. Pero él nunca tenía prisa.

- Oye disculpa. El crío ha tenido una noche fatal... los dientes, ya sabes. Te debo otra. - le dijo.

- Ningún problema. En la 27 hay un venticuatro horas. Adios. -

- Venga. Adiós y gracias de nuevo. -

Cuando llegaba a las escaleras su compañero le dijo:

- Oye, un día de estos te tienes que venir por casa. Podemos cenar....

El - sin volverse - hizo un gesto de asentimiento con la cabeza y la mano y comenzó a subir. Salió a la calle. Tomo de nuevo el metro y vagó por la ciudad hasta la hora de apertura del hiper. Como era habitual, fue uno de los primeros clientes del día para desespero de reponedores retrasados. Pagó ante una todavía somnolienta cajera.

- ¿Efectivo o tarjeta? -
- Tarjeta-
- Son cuarenta y tres con ventisiete.

Salió del centro comercial y se dirigió de nuevo a su casa. Colocó la compra en los armarios de la cocina y después se sentó en la mesa. Sacó de nuevo la libreta. En su última página estaba anotado:

- No pasa nada.
- Buena noche
- Ningún problema. En la 27 hay un venticuatro horas. Adios. -

y ahora añadió con letra caligráfica:

- Tarjeta

Releyó las palabras para después asentir y cerrarla. Se dirigió al salón. Allí, en varias estanterías, se abigarraban docenas de libretas de tapa dura. Las más antiguas combadas por el paso del tiempo, las mas recientes tiesas y arrogantes. Colocó la que llevaba en la mano en último lugar y se giró para marcharse. Pero se quedo quieto. Su respiración se aceleró y se volvió de nuevo hacia ellas. Su mirada las recorrió y se posó en una en concreto. No destacaba por nada en especial, salvo que parecía especialmente ajada. Con delicadeza la tomó, recorrió sus páginas hasta pararse. Leyó y cerró los ojos.

Recordaba intensamente aquel momento. La conocía desde que eran niños. Mucho antes de que su madre muriera y el viviera sólo en aquel piso heredado. Ella vivía en el tercero, la había visto crecer y convertirse en una mujer. Aquel día, como tantos otros, habían coincidido en el portal. Ella, cargada de maletas, se marchaba de la ciudad pues había conseguido trabajo en Londres, una oportunidad profesional que no podía desaprovechar. "Hoy empieza mi nueva vida" le había dicho emocionada. Y se despidió con dos besos. El quedó con su media sonrisa plantada en la cara, sujetando la puerta abierta mientras el taxi doblaba la esquina. Siempre la había querido en silencio, no podía ser de otra manera, pero cada vez que lo releía .....quería gritar, como debía haberlo hecho aquel día.

Se sentó en una butaca. Colocó la libreta en su regazo, con sus manos sobre ella. A través de las cortinas entraba la luz del día llenando la estancia con una claridad difusa. Respiro hondo y de nuevo sintió el silencio. El nunca se marcharía.

C a r n e

Amos de nuestro futuro, 
dueños de nuestro destino.
Altivos y exuberantes
como la reina de los cisnes.

Así nos creemos cuando
la aurora nos entrega
su tersura brillante y dorada.

Solo en el dolor del ocaso
sabrán nuestras almas,
inexistentes y turbias,

Que sólo somos c a r n e,
que no hay nada más allá,
que el sendero termina sin destino,
que los latidos perdidos...

Perdidos están.