Con sangre entra
La coge con sus propias manos y la parte en dos
antes de empujar con fuerza el pesado cajón de la cómoda. El tintineo de la
cristalería tras la vitrina todavía le eriza el vello de la nuca. Entra en la
habitación donde huele a orina, a medicamento y el viejo abre la boca enmarcada
en saliva reseca intentando hablar señalando el vaso de agua de la mesilla. Ella lo mira en silencio y cuando desiste del gesto, siente como su nudo se afloja.
Deja los dos trozos de la vara sobre su vientre y se marcha envuelta en los
gritos de su madre ordenando que se quede.
miércoles, 31 de mayo de 2017
martes, 2 de mayo de 2017
Microrelato: Costumbre / Llanto de guía.
Costumbre
«Ya voy, ya voy…», le digo al despertador mientras lo apago, me incorporo y me calzo las zapatillas. Ella estira el último sueño y yo, legañoso y con la cabeza ronca, me acerco a la habitación del niño para despertarlo antes de empezar a preparar los desayunos. Enciendo la luz y el cuarto ordenado con la pelota en su sitio y la cama vacía me abofetean de nuevo: no logro acostumbrarme
Llanto de guía
“Ya voy pequeño, ya voy, sigue llorando fuerte. Sé que estás por aquí que me lo ha dicho tu madre, sigue llorando. Esta puerta, tras esta puerta. Sobre las bisagras: uno…. dos …., tres golpes, patada !Al suelo¡ La llama se aviva con el aire nuevo. Humo, mucho humo. Sigue llorando pequeño. Allí te tengo. Toma, respira una bocanada. Bueno, que sean dos y te quito la máscara. Y ahora sigue llorando pequeño, llora fuerte y dame una razón para que ambos salgamos de este infierno.”
«Ya voy, ya voy…», le digo al despertador mientras lo apago, me incorporo y me calzo las zapatillas. Ella estira el último sueño y yo, legañoso y con la cabeza ronca, me acerco a la habitación del niño para despertarlo antes de empezar a preparar los desayunos. Enciendo la luz y el cuarto ordenado con la pelota en su sitio y la cama vacía me abofetean de nuevo: no logro acostumbrarme
Llanto de guía
“Ya voy pequeño, ya voy, sigue llorando fuerte. Sé que estás por aquí que me lo ha dicho tu madre, sigue llorando. Esta puerta, tras esta puerta. Sobre las bisagras: uno…. dos …., tres golpes, patada !Al suelo¡ La llama se aviva con el aire nuevo. Humo, mucho humo. Sigue llorando pequeño. Allí te tengo. Toma, respira una bocanada. Bueno, que sean dos y te quito la máscara. Y ahora sigue llorando pequeño, llora fuerte y dame una razón para que ambos salgamos de este infierno.”
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