puedo volver y pintar
como entonces me sentía,
encerrado en unos muros,
que yo mismo levanté.
Treinta años después
veo el tiempo en pasado
pero siento presente la huella
que este lugar me dejó.
Sumidero de almas
deshojadas lentamente
entre la risa y la ceniza.
De ojos ensombrecidos
absortos por la llama naranja,
sinuoso descenso a la sima
A mí,
me trajeron de vuelta.
Otros,
encontraron su camino.
¿Cuantos todavía vagan
entre estas cuatro paredes?
Si algo te atemoriza,
mira dentro de ti:
no hay mayor demonio
que uno mismo.