Sólo una palabra
Sólo le quedaba un cigarrillo amarillento pero la
cajetilla también guardaba una foto familiar con la fecha y la palabra
“ESPERANZA” escrita en el dorso.
Recordó cómo su primer pensamiento había sido para
sus dos hijos pequeños cuando habló el doctor e instintivamente se palpó la
cicatriz en el costado bajo la camisa y sintió de nuevo lo infinito del
cansancio de la quimio.
“Papá, ¡vamos a llegar tarde a la Graduación!” – le
llamó una voz.
“¡ Voy, voy ! Es que no encuentro corbata …..”
Antes de
guardarla, dio una última mirada a aquél último cigarro: el primero que había
decidido no encender.
Círculos
Sólo le quedaba un cigarrillo en la cajetilla comprada esa
tarde y la segunda cafetera ya estaba vacía. El plazo vencía a las doce pero por
mucho que las invocaba, sus musas habían decidido anticipar las vacaciones.
Tenía buenos comienzos pero morían prematuros a partir de la segunda frase.
Decidió desistir. Se abrigó y bajó a refrescarse con el último aire frío de
aquel Marzo variable. Acababa de pisar la acera cuando se quedó inmóvil con la
mirada perdida. Volvió corriendo con una sonrisa escaleras arriba. Sentado
frente a la pantalla escribió:
“ Sólo le quedaba un cigarrillo en la cajetilla comprada esa tarde….”
El último.
Sólo le quedaba un cigarrillo. Aspiró la calada e intentó
recordar el rostro de su madre. La exhaló y se vio envuelto en la niebla de su
juventud, de centro en centro. Con la siguiente sonrió recordando la época de la
banda pero acabó dejando escapar el humo por las comisuras cuando pensó en el
primer encargo. Sólo trabajo, sí, pero veía cada cara: incluso la de los niños.
La ceniza colgaba ahora inútil. Apagó la colilla sobre la bandeja antes de
incorporarse.
“Vamos. No hagamos esperar al público”.
El alcaide asintió y los funcionarios acercaron la mano a sus porras mientras uno de
ellos abría la celda.
viernes, 24 de marzo de 2017
miércoles, 15 de marzo de 2017
Microrelatos: Topos / Click / Fin
Topos
Se asomó sola a la escotilla para ver amanecer. La esfera solar comenzaba a emerger sobre una niebla gris que se extendía hasta el horizonte y su luz encendía el cielo sobre una tierra yerma salpicada de pequeñas construcciones cilíndricas. “Su tiempo ha terminado, ciudadana” dijo la voz del guarda. Tomó la salida lateral mientas otra persona entraba en la cámara.
Dentro del grupo, en el descensor desde el observatorio de superficie, inspiró lentamente de la mascarilla y pensó en aquellas viejas historias que hablaban de plantas, animales, agua y aire en libertad. De cómo todo había comenzado a cambiar y nadie había podido pararlo.
Click
Se asomó sola a la escotilla para ver amanecer pues tras dos días de misión el aire matutino se agradecía. A medida que la penumbra desapareció, la fila de gente se hizo cada vez más interminable a lo largo de la carretera: unos cargados con niños, otros portando fardos y algunos llevando a cuestas sólo su miseria.
Entre dos grupos separados, una niña avanzaba con la mirada perdida. Descendió del blindado y, cogiendo una galleta de su ración del bolsillo, se interpuso ante ella ofreciéndosela. La masticó inexpresivamente mientras la cabo acariciaba su pelo sucio. “Que estará haciendo en casa mi pequeña …¿Click?”
Fue su último pensamiento
Fin
Se asomó sola a la escotilla para ver amanecer y contempló como desde el poniente aparecían una serie de estelas en la atmósfera. Instantes después, más comenzaron a dibujarse desde el lado opuesto entrecruzándose como trazos de tiza. Algunas convergían provocando pequeñas llamaradas y otras continuaban su trayectoria.
Desde el control no sabían aportar ninguna información fidedigna. Mientras el jefe de misión hablaba de ahorrar recursos en tono de despedida, surgieron explosiones multicolores salpicadas como un sarpullido sobre la superficie. La estática se adueñó de las transmisiones, algunos instrumentos fallaron y ella, asistió al fin de la civilización entre lágrimas ingrávidas.
Se asomó sola a la escotilla para ver amanecer. La esfera solar comenzaba a emerger sobre una niebla gris que se extendía hasta el horizonte y su luz encendía el cielo sobre una tierra yerma salpicada de pequeñas construcciones cilíndricas. “Su tiempo ha terminado, ciudadana” dijo la voz del guarda. Tomó la salida lateral mientas otra persona entraba en la cámara.
Dentro del grupo, en el descensor desde el observatorio de superficie, inspiró lentamente de la mascarilla y pensó en aquellas viejas historias que hablaban de plantas, animales, agua y aire en libertad. De cómo todo había comenzado a cambiar y nadie había podido pararlo.
Click
Se asomó sola a la escotilla para ver amanecer pues tras dos días de misión el aire matutino se agradecía. A medida que la penumbra desapareció, la fila de gente se hizo cada vez más interminable a lo largo de la carretera: unos cargados con niños, otros portando fardos y algunos llevando a cuestas sólo su miseria.
Entre dos grupos separados, una niña avanzaba con la mirada perdida. Descendió del blindado y, cogiendo una galleta de su ración del bolsillo, se interpuso ante ella ofreciéndosela. La masticó inexpresivamente mientras la cabo acariciaba su pelo sucio. “Que estará haciendo en casa mi pequeña …¿Click?”
Fue su último pensamiento
Fin
Se asomó sola a la escotilla para ver amanecer y contempló como desde el poniente aparecían una serie de estelas en la atmósfera. Instantes después, más comenzaron a dibujarse desde el lado opuesto entrecruzándose como trazos de tiza. Algunas convergían provocando pequeñas llamaradas y otras continuaban su trayectoria.
Desde el control no sabían aportar ninguna información fidedigna. Mientras el jefe de misión hablaba de ahorrar recursos en tono de despedida, surgieron explosiones multicolores salpicadas como un sarpullido sobre la superficie. La estática se adueñó de las transmisiones, algunos instrumentos fallaron y ella, asistió al fin de la civilización entre lágrimas ingrávidas.
miércoles, 8 de marzo de 2017
Microrelatos: Supercolada / Despegue abortado
Supercolada
El malvado Luthor había puesto kriptonita en la bodega.
Era evidente a la vista del resultado. Descolgó apresuradamente el traje del tendal y se lo puso de inmediato: mejor salir cuanto antes de allí. Subió al primer piso y entrando en la cocina dijo: “¡Mira Lois!, Lex Luthor de nuevo”
Ella lo observó plantado en el centro de la estancia con el ceño fruncido y los brazos en jarras, embutido en aquellas mallas azul cielo y con el slip y la capa rosa aun ondeando en su espalda.
Dejó la taza del desayuno en la mesa y resignada contestó:
“No Clark, no. Lo has lavado con lejía”
Despegue abortado
El malvado Luthor había puesto kriptonita en la bodega y Superman tenía problemas para sostener el avión averiado en vuelo. Yo levanté mi brazo deslizándolo sobre su hombro y ella giró su cabeza hacia mi: “¿Qué haces?” Sonreí inocentemente mirándola. “Que quiera venir al cine contigo NO significa que quiera salir contigo” y volvió a ver hacia la pantalla.
Retiré lentamente mi brazo. Superman conseguía depositar el avión en el suelo porque la tripulación se había deshecho del material radioactivo. No se como, pero ahora lo tenía yo en mi estómago.
El malvado Luthor había puesto kriptonita en la bodega.
Era evidente a la vista del resultado. Descolgó apresuradamente el traje del tendal y se lo puso de inmediato: mejor salir cuanto antes de allí. Subió al primer piso y entrando en la cocina dijo: “¡Mira Lois!, Lex Luthor de nuevo”
Ella lo observó plantado en el centro de la estancia con el ceño fruncido y los brazos en jarras, embutido en aquellas mallas azul cielo y con el slip y la capa rosa aun ondeando en su espalda.
Dejó la taza del desayuno en la mesa y resignada contestó:
“No Clark, no. Lo has lavado con lejía”
Despegue abortado
El malvado Luthor había puesto kriptonita en la bodega y Superman tenía problemas para sostener el avión averiado en vuelo. Yo levanté mi brazo deslizándolo sobre su hombro y ella giró su cabeza hacia mi: “¿Qué haces?” Sonreí inocentemente mirándola. “Que quiera venir al cine contigo NO significa que quiera salir contigo” y volvió a ver hacia la pantalla.
Retiré lentamente mi brazo. Superman conseguía depositar el avión en el suelo porque la tripulación se había deshecho del material radioactivo. No se como, pero ahora lo tenía yo en mi estómago.
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