Sólo una palabra
Sólo le quedaba un cigarrillo amarillento pero la
cajetilla también guardaba una foto familiar con la fecha y la palabra
“ESPERANZA” escrita en el dorso.
Recordó cómo su primer pensamiento había sido para
sus dos hijos pequeños cuando habló el doctor e instintivamente se palpó la
cicatriz en el costado bajo la camisa y sintió de nuevo lo infinito del
cansancio de la quimio.
“Papá, ¡vamos a llegar tarde a la Graduación!” – le
llamó una voz.
“¡ Voy, voy ! Es que no encuentro corbata …..”
Antes de
guardarla, dio una última mirada a aquél último cigarro: el primero que había
decidido no encender.
Círculos
Sólo le quedaba un cigarrillo en la cajetilla comprada esa
tarde y la segunda cafetera ya estaba vacía. El plazo vencía a las doce pero por
mucho que las invocaba, sus musas habían decidido anticipar las vacaciones.
Tenía buenos comienzos pero morían prematuros a partir de la segunda frase.
Decidió desistir. Se abrigó y bajó a refrescarse con el último aire frío de
aquel Marzo variable. Acababa de pisar la acera cuando se quedó inmóvil con la
mirada perdida. Volvió corriendo con una sonrisa escaleras arriba. Sentado
frente a la pantalla escribió:
“ Sólo le quedaba un cigarrillo en la cajetilla comprada esa tarde….”
El último.
Sólo le quedaba un cigarrillo. Aspiró la calada e intentó
recordar el rostro de su madre. La exhaló y se vio envuelto en la niebla de su
juventud, de centro en centro. Con la siguiente sonrió recordando la época de la
banda pero acabó dejando escapar el humo por las comisuras cuando pensó en el
primer encargo. Sólo trabajo, sí, pero veía cada cara: incluso la de los niños.
La ceniza colgaba ahora inútil. Apagó la colilla sobre la bandeja antes de
incorporarse.
“Vamos. No hagamos esperar al público”.
El alcaide asintió y los funcionarios acercaron la mano a sus porras mientras uno de
ellos abría la celda.
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