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jueves, 16 de noviembre de 2017

Elegía a mi hermano

Fue Miércoles

Buscando el último aliento
el color huyó de ti;
lagrimas calientes sobre un cuerpo tibio.

Muchas veces le pedí favor
a la Virgen de ahí arriba,
la de los zocos y el niño descabezado,
pero sólo me oyó cuando
lloré que fuera rápido.
No la culpo; difícil ver
mi SOS con un espejo
desde la Luna.

Ahora, que todo se queme.

Que la fraga sea erial y los pájaros
mueran de agotamiento
antes de encontrar una rama.

Que el mar se seque hasta que
se borre la huella en la arena
del último boqueo del último pez.

Que estallen las bombas y conviertan
las piedras en diamantes solidarios
para la próxima civilización de cucarachas.

Me dejas hueco.
Menos en mí si no estás.
Empiezo a entender
que no te viví lo suficiente,
hermano Berto.

Microrelato: Suspensión de empleo


No podremos salir del castillo hasta el próximo Halloween cuando nos pondrán a prueba. Hasta entonces, permaneceremos encerrados mientras unos dobles nos sustituyen en el parque. Comprenden nuestra frustración por la rutina del papel, pero dicen que una cosa es dar un sustillo a los niños y otra montar un aquelarre: Simba comiéndose a Bambi, la bella durmiente zombi, Donald a la naranja, enanos haciendo una parrillada con Nemo y Dori……! No son formas ¡ Piensan que estamos muy consentidos.
Reflexionemos sobre lo ocurrido pues quieren avisar al jefe. Y creo que – aun siendo estrellas – debemos de tener mucho cuidado: sabéis bien que Walt siempre tuvo muy mal despertar.

jueves, 26 de octubre de 2017

Microrelatos: Seriedad en la oficina / Baño de burbujas

Seriedad en la oficina


Y se ríe a pesar de que las últimas semanas he tratado de enseñarle que lo importante es el lenguaje corporal, el gesto. Que sepan quien manda y que cualquier acción por su parte puede tener consecuencias. Y va ella y se empieza a reír. Claro, los nervios. Además, con esa risa transparente, redonda y contagiosa que tiene. Otra vez en menos de treinta segundos, partiéndonos de risa y con las manos vacías, salimos corriendo de la sucursal.
Así no hay manera: este es un trabajo serio.

Baño de burbujas


Y se ríe a pesar de que le tengo dicho cien veces que no quiero que lo vuelva a hacer. Tres vendedores de telefonía, dos de la compañía eléctrica, uno de seguros, una chica que pedía firmas y un señor de barbitas que nunca sabré que quería. Invita a pasar a cualquier desconocido que llama a la puerta. Menos mal que soy previsora: volveré a llenar la bañera y compraré más ácido por si acaso.
A veces, creo que lo he malcriado un poco

jueves, 19 de octubre de 2017

Microrelato: Amistad solitaria / Despedida

Amistad solitaria

Vuelve a pedirme que le empuje y yo lo hago. Después subo y me empuja él: lo pasamos muy bien en el columpio. Y tirándonos por el tobogán, a veces ¡boca abajo! También jugamos a la pita pero nunca me coge porque soy muy rápido. Acabamos siempre pasando mucho tiempo en el sube y baja. Como pesa poco, yo abajo y el arriba aunque le digo que haga fuerza. Hasta que viene mamá y tenemos que irnos. Y se queda allí subido hasta que vuelva al parque: si hubiera otro niño en el pueblo, podría bajarlo él


Despedida

Vuelve a pedirme que le empuje como el día que la conocí. Entra en el coche, quita el freno de mano y a través del parabrisas trasero enmarcado en pegatinas, veo sus ojos expectantes en el espejo. Con poco esfuerzo la furgoneta multicolor comienza a deslizarse por la cuesta de salida del camping y a los pocos metros, el motor arranca con un estornudo gris. Acelera y su mano asoma por la ventanilla haciéndome un gesto de despedida. Se aleja. Empiezo a correr pero cuando me estoy acercando, toma la curva. Es entonces cuando siempre me despierto.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Microrelato: Con sangre entra

Con sangre entra

La coge con sus propias manos y la parte en dos antes de empujar con fuerza el pesado cajón de la cómoda. El tintineo de la cristalería tras la vitrina todavía le eriza el vello de la nuca. Entra en la habitación donde huele a orina, a medicamento y el viejo abre la boca enmarcada en saliva reseca intentando hablar señalando el vaso de agua de la mesilla. Ella lo mira en silencio y cuando desiste del gesto, siente como su nudo se afloja. Deja los dos trozos de la vara sobre su vientre y se marcha envuelta en los gritos de su madre ordenando que se quede.