Tiraremos el resto
Subió los diez pisos hasta la azotea y entró con
la llave que le había dado el presidente de la comunidad. “Retire los objetos
que considere. Tiraremos el resto” y añadió: ”No se muy bien cómo, pero a pesar
de su carácter, le autorizamos el huerto”.
¿Jardinero? Podía imaginarlo en
muchas situaciones pero no desde luego cultivando nada. Pero allí estaba frente
a sus semilleros de bandejas recicladas y macetas cutres de flores
mustias.
En un rincón, en un mueble plástico reconocí su caja de
herramientas. En el interior un sobre manido tenía una nota dentro: “Un poco
tarde para visitarme, ¿no crees?”
La huída
Subió los diez pisos hasta la azotea acariciando su vientre
de nueve meses. Estaba segura que en los últimos ocho años había agotado sus
siete vidas de gata. Él, llegaría otra vez a las seis de la mañana con el único
afán de estamparle sus cinco dedos en la cara y patearla otra vez, mientras ella
encogida suplicaba clemencia y perdón por un delito desconocido. Recordaba haber
intentado denunciarlo al menos en cuatro ocasiones pero el miedo siempre le
podía al intentar marcar los tres números. Por eso huirían los dos: sólo sería
un salto.
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