Mi cadáver yace,
hinchado y azul,
flotando en la corriente voraz,
transportado hasta la orilla del día.
Me enfrento a mí
ante la hoja blanca
y de nuevo me siento
como un prometeo vacío.
He de morir en sueños
para despertar,
renacido,
mañana,
y de nuevo olvidar mi ser
en el centro de la espiral
que gira en torno a mí.
Reencontraré el vacío de mi pecho
en el erial silencioso
de los pensamientos solitarios
cuando de nuevo me pregunte:
¿dónde estas?
Antes de morir en sueños
para despertar,
renacido,
mañana.