Cuento de Navidad
El traje era auténtico: los pequeños bordados sólo
podían ser creación de las manos de los elfos y la panza prominente y la barba
tampoco eran de atrezo. A unos metros de distancia yacía volcado un trineo
humeante rodeado por un sinfín de paquetes multicolores. Los técnicos de la
compañía eléctrica aseguraban que todo indicaba que los cables de alta tensión
habían sufrido algún tipo de impacto.
El agente cogió su teléfono y llamó a casa: “ Cariño, tienes que ir ya al
centro comercial y comprar algo para dejárselo a los niños bajo el árbol. No te
vas a creer lo que ha sucedido”
Despedida
El traje era auténtico, cien por cien seda, de corte
clásico. Siempre tuvo buena percha y le quedaba muy bien aunque algo más holgado
que la última vez que se lo había visto puesto. Estaba elegante con el pelo cano
peinado hacia atrás y parecía tranquilo, incluso cómodo allí tumbado.
Ella
apretó fuerte mi mano y comenzó a llorar. Los operarios tras un gesto de mutuo
asentimiento, cerraron la tapa y empujaron el féretro hacia el crematorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario