Amistad solitaria
Vuelve a pedirme que le empuje y yo lo hago.
Después subo y me empuja él: lo pasamos muy bien en el columpio. Y tirándonos
por el tobogán, a veces ¡boca abajo! También jugamos a la pita pero nunca me
coge porque soy muy rápido. Acabamos siempre pasando mucho tiempo en el sube y
baja. Como pesa poco, yo abajo y el arriba aunque le digo que haga fuerza.
Hasta que viene mamá y tenemos que irnos. Y se queda allí subido hasta que
vuelva al parque: si hubiera otro niño en el pueblo, podría bajarlo él
Despedida
Vuelve a pedirme que le empuje como el día que la conocí.
Entra en el coche, quita el freno de mano y a través del parabrisas trasero
enmarcado en pegatinas, veo sus ojos expectantes en el espejo. Con poco esfuerzo
la furgoneta multicolor comienza a deslizarse por la cuesta de salida del
camping y a los pocos metros, el motor arranca con un estornudo gris. Acelera y
su mano asoma por la ventanilla haciéndome un gesto de despedida. Se aleja.
Empiezo a correr pero cuando me estoy acercando, toma la curva. Es entonces
cuando siempre me despierto.
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