- Sea cosa o persona no se merece tú tristeza
Ella levantó su mirada hacia aquel desconocido con gesto interrogante.
- Sea qué o sea quién no se la merece. Lo sé. Recuérdalo
Y se marchó acera abajo.
Quedó sentada en el banco al sol de la nueva tarde mientras lo veía alejarse. Apurando la ultima calada del cigarrillo que languidecía en su mano recogió sus libretas y se incorporó dirigiéndose hacia el colegio.
Pero ahora, sonreía.
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