dijiste tirando mis hojas.
Es momento de lucha,
de puño y cuchillo
al lado de los tuyos.
De olvidar esos que
hablan desde libros
y que nada te son.
¿Acaso venceremos
envaianando la espada
y empuñando una palabra?
Ahora parecéis llorarme
y alabais mi valentía.
Elogios y lágrimas
tan huecos y frías
como el agujero en el que yazco.
Me pregunto si,
alguno de vosotros al menos,
sabrá escribirme un epitafio.
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