Caminamos y nuestras huellas se borran
aunque cerremos los ojos
al atardecer, al ocaso,
asidos como una pinza
a los mil pasos dados,
a nuestra herrumbre,
a la penumbra creciente.
Sólo los que nos siguen iluminan
reflejando las ultimas luces:
la vida ve nuestro paso
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